Muchas veces me he preguntado el significado de la condena total y rotunda que Jesús dicta en contra de los que provocan escándalo. Se lee en el Evangelio según San Marcos: “El que escandalice a uno de estos pequeños que cree, más le valdría que le atasen al cuello una piedra de molino y lo echasen al mar”.
¿Por qué una conclusión tan dura?
¿Qué es el escándalo para merecer una
consideración tan negativa?
Si nos dirigimos a la definición que nos
proporciona la RAE, la palabra “escándalo” tiene varias acepciones, entre las cuales:
“alboroto, tumulto, ruido”, “hecho o dicho considerados inmorales o condenables
y que causan indignación y gran impacto público”, “mal ejemplo”, “asombro”.
En síntesis, al escándalo está asociado el
significado de ruptura, de interrupción, identificable en la misma etimología
de la palabra: “skandalon” en griego significa “trampa interpuesta en un camino”,
“obstáculo que hace caer o que se ha de saltar”.
Visto bajo esta perspectiva, podemos
entonces intentar interpretar a qué quiso hacer referencia Jesús y por qué
llegó a esa condena sin apelación.
La conclusión a la cual he llegado es que,
cuando Jesús habla de escándalo, se refiere a todas aquellas acciones que
llegan a romper la confianza, o sea lo que mueve el mundo humano, cementando
nuestras relaciones y dándonos, por lo tanto, la razón de existir. En este
sentido, se vuelve evidente el porqué de tanta dureza en el juicio.
Cuando llega a faltar la confianza, se
interrumpe, casi siempre de manera definitiva, aquel canal de comunicación que
nos impulsa a apostar e invertir nuestros capitales para el logro de un
objetivo.
La confianza es tan relevante que, ahí
donde domina, los procesos son mucho más costo-efectivos, puesto que se ahorran
recursos y energías que, diversamente, deberían destinarse a controles y
garantías.
Es por esto la precisión: “a uno de estos
pequeños que creen”… pues, cuando hay confianza, una persona está dispuesta a
asumir riesgos y esfuerzos para alcanzar una meta. Es suficiente tan solo una
palabra de la persona o entidad en la cual se confía para moverse a la acción.
Por esto, romper la confianza es una catástrofe,
casi imposible de revertir, que genera impactos a nivel individual y social.
El peso de la confianza y las consecuencias
asociadas a su pérdida son tan grandes que en el pasado era común sellar
acuerdos y negocios tan solo dando la propia “palabra de honor”.
En este sentido, el valor incalculable de
la confianza se aprecia cuando pensamos en que para construir la confianza se
necesita una vida entera: generar confianza es un proceso en continua
renovación. Por otro lado, para romper la confianza es suficiente un solo acto,
un solo episodio concentrado en un lapso diminuto de tiempo, que logra, como un
agujero negro, tragarse todo lo vivido hasta ese momento, haciendo que nada ya
sea como antes.
Por esto la lamentación inconsolable ¡“Ay
de aquel”!
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