martedì 26 gennaio 2010

...sobre tanta parte de la "cooperación".

Qué es lo que todo el mundo promociona como “cooperación”?
Qué se entiende por “apoyo al desarrollo?

En muchos casos la cooperación, en lugar de ser un espacio de colaboración, diálogo y mutuo apoyo, es nada más que un negocio como otros y otra forma de colonialismo, seguro más sutil del colonialismo de los tiempos de Colón… pues no se manifiesta con armas y conquistas abiertas, más bien se introduce y establece en los países “sub-desarrollados” en forma de ayuda. Mientras que las armas manifiestas empujan por lo menos un intento de defensa y resistencia, el colonialismo en forma de ayuda humilla y pisotea aún más las personas…
…Efectivamente, es eso lo que falta en tanta parte de la cooperación: la conciencia de actuar con personas, que tienen la misma dignidad y merecen el mismo respeto de cualquier otra en cualquier otra parte del mundo. Así que si se preguntara a un funcionario de un organismo internacional para quién decidiera invertir recursos en el caso tuviese que elegir si salvar a diez ciudadanos del primer mundo o a diez africanos o latinos, la incertidumbre no duraría mucho… es suficiente pensar en el clamor mediático que genera la muerte por gripe de cien personas del primer mundo, mientras que nadie se escandaliza si mueren por disentería mil niños en un país en desarrollo.

Si estas son las bases en que se apoya la cooperación, las intervenciones parten sesgadas, pues no hay cooperación si no existe el supuesto de iguales dignidad y derechos entre los interlocutores. No hay cooperación si una de las partes se siente superior a la otra y si para demostrarlo usa sus conocimientos técnicos como arma para poner en dificultad quien tiene de frente, haciéndole entender que no dispone de las herramientas para comprender cómo van las cosas y para gobernarse sólo.
Para limpiar la conciencia y no sentirse culpable antes de acostarse o hasta para sentirse orgulloso de sus acciones a favor de los más desventajados, el primer mundo coordina mesas de trabajo, promocionando el principio de la autodeterminación de los pueblos. Cuando sin embargo se trata de ponerlo en práctica, de la mesa de los tomadores de decisores quedan excluidos propio los directos interesados: no tienen los elementos para desenvolverse bien en un contexto político; no conocen el protocolo; son cuestiones gerenciales que requieren de ser tratadas a otro nivel… se justifica.
De esa forma, se niega a quienes viven el territorio el derecho a elegir el modelo de desarrollo que ellos consideren más apropiado, imponiendo el modelo cómodo para el sistema.

Así mismo, se habla de libertad y democracia, pero se hace poco o nada para que estas se concreticen, pues personas libres no convienen al sistema: cuestionando los poderes jerárquicos establecidos, se vuelven incómodos, haciendo temblar esquemas basados en la amenaza, el miedo, la corrupción… Mejor crear una “matrix” fundamentada en un conjunto de individuos que son más parecidos a marranitos que a hombres y mujeres, puesto que dan más importancia a los que tienen que a los que son.

Se habla tanto de “desarrollo sostenible”, sin embargo al mismo tiempo se olvida que eso pasa por el empoderamiento de los grupos locales y por la aplicación del principio de subsisdiariedad, en base al cual cada intervención debe ser llevada a cabo en el nivel más apropiado, mediante una organización en red. Entonces, no tienen sentido esquemas fundamentados en la imposición del poder de arriba hacia abajo, donde las órdenes no se cuestionan, sino más bien una sociedad democrática donde es lo local que sustenta y justifica la existencia de los otros niveles.

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