venerdì 9 aprile 2010

Una de las caracaterísticas de nuestra época es el quedarse conformes con el modelo socio-económico establecido, considerado como único posible. Probablemente nisiquiera se admite la posibilidad de pensar en una alternativa: parece desconcertante hasta sólo levantar la cuestión de otras rutas, de camino todavía no explorados. Los hombres y mujeres más "desarrollados" que hayan pisado el suelo terrestre hemos perdido la inventiva y con ella el empuje a desafiar, mirando a la posibilidad de alcanzar otras metas, logros que sólo se vislumbran y no aparecen definidos, sino que dejan espacio a la imaginación, a pensar en espacios todavía a construirse, a dejarse guiar por un sueño, sin perder de vista la realidad, el presente donde se puede hacer concreto el sueño, el espacio de negociación entre meta ideal y realización práctica. Parece olvidado el "memento audere semper", antes percibido como constituyente esencial del ser humano.

Es por esto que, a pesar de la imagen muy difusa de países "en desarrollo", necesitados de "aprender" modelos ya experimentados por pueblos "desarrollados", países con menos recursos económicos, o mejor dicho penalizados por los mecanismos económicos establecidos a nivel internacional, pueden marcar la diferencia, puesto que en ellos todavía quedan espacios para actuar según pensamientos "otros". En estos países existe la posibilidad de experimentar modelos alternativos, que no estén enfocados en el dinero como fin último, sino que fundamenten su fuerza en la solidaridad social.

Desde pequeños nos han acostumbrados a concebir como único modelo posible y admisible la organización gerárquica y burocrática de la sociedad, donde se incentivan y premian mecanismos de competencia más que de cooperación. Se educan los niños haciéndoles creer que para ser personas de éxito es necesario ser ganadores, siempre, cueste lo que cueste. Se induce a creer que una justa hipocresía, que permita salvar las apariencias, no sólo es admisible, sino a incentivarse. Se dice que la honestidad y transparencia te hacen vulnerable y por esto, aunque vestiendo las máscaras de hombres y mujeres honestos, es encomiable buscar comportamientos "furbos", a final de cuenta aceptados por el grupo social, aunque oficialmente obstaculizados.

Así que se multiplican discursos largos sobre los males de la corrupción que permea las instituciones y, como un cancer, pudre desde adentro el sistema, mientras que a nivel individual muy poca gente cuestiona medios "rápidos" para alcanzar su objetivo: se ha venido perdiendo la conciencia de la responsabilidad de los efectos que acciones individuales y locales tienen sobre el contexto global.

En un contexto globalizado, ha llegado el tiempo para proponer y dejar conocer el éxito de modelos nuevos, enfocados en estructuras sociales y económicas no gerarquizadas, más bien organizadas en red, donde es lo local que constituye el elemento clave, puesto que es en lo local que se establece el único espacio de concretización de las acciones. Dichos modelos están basados en un liderazgo compartido y diferenciado, donde el título de líder no se asigna en base a juegos de poder, sino que es el mismo grupo social que lo asigna a las personas quienes son reconocidas como depositarias de una capacidad natural de orientación y coordinación.

En un contexto así compuesto, hay muy poco espacio para limitaciones a la libertad individual, puesto que la sociedad no estaría basada en prohibiciones de las cuales se entiende poco el sentido, sino en la conciencia de la responsabilidad de las acciones individuales y en mecanismos de solidaridad social y mutuo apoyo incluyentes, que no emarginan, sino que valoran la diversidad fundamentada en la unicidad de cada ser.

Hay espacio para pensar y construir modelos cooperativos, donde más que el éxito individual, muchas veces construido a costo de la derrota de otros cientos de individuos perdedores, se valora la sinergia que promueve la comunidad y con ella cada individuo, quien, insertado armónicamente en el grupo, alcanza metas improponibles a nivel individual: en el écstasis de este ser parte del flujo vital, el individuo encuentra la satisfacción que deriva del percibir el sentido de su existencia.

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