martedì 1 maggio 2018

Consideraciones sobre la práctica y el tiempo

Los avances obtenidos a nivel científico en el conocimiento del cerebro humano han permitido refutar la idea de que la inteligencia sea definida una vez y para siempre en el momento en que nos volvemos jóvenes adultos. En realidad las investigaciones han demostrado que el cerebro puede cambiar cuando aprende, hasta en la edad adulta: aunque en esa fase no se produzcan nuevas células cerebrales, las conexiones neuronales se forman y cambian cada vez que aprendemos algo nuevo.
El cerebro permanece plástico y expande sus funciones cuando lo mantenemos entrenando y enfrentamos nuevos desafíos.
Estos descubrimientos confirman algo que tiene raíces profundas en todas las culturas: ¡la importancia de la práctica!


Cada pueblo, en formas más o menos coloridas y alegóricas, exalta el valor de la disciplina que consiste en actuar, acuñando expresiones que van de "la práctica nos hace perfectos" a "la práctica hace el monje", "quien mucho practica, mucho aprende", "una onza de práctica vale más que una tonelada de teoría"... y la lista podría seguir por páginas y páginas.
Lo que queda claro es algo que las mismas personas que en el imaginario colectivo han sido ascendidas a la categoría de genios han reconocido, o sea, parafrasando Charles Darwin, que: "Exceptuando los locos, los seres humanos no difieren mucho en el intelecto, sino más bien solamente en el celo y el duro trabajo".
Y, en efecto, estudios recientes han logrado demostrar la validez de la que Malcolm Gladwell llama "la Regla de las 10,000 horas", la cual establece que 10,000 horas de prácticas son requeridas para alcanzar, en cualquier disciplina, el nivel de maestro asociado al nivel de experto a escala mundial.
Volviendo a la definición de "práctica" como de la "habilidad o experiencia que se consigue o se adquiere con la realización continuada de una actividad" (Oxford Dictionaries), todo esto nos lleva a reflexionar sobre la importancia del elemento "tiempo" y, por consiguiente, de la espera para el desarrollo exitoso de cualquier proceso.
Para observar los resultados e impactos deseados, es necesario esperar el tiempo apropiado, aprovechando el mismo para implementar acciones orientadas a alcanzarlos.
En efecto, la ciencia ha logrado demostrar algo que está escrito en las fibras más profundas de nuestro ser y que es parte de la esencia misma de la naturaleza; algo que es también contenido en la mística de prácticamente todas las religiones, las cuales, por lo general, exaltan los períodos de espera en preparación de grandes acontecimientos. Ese tiempo, bien lejos de ser vacío e improductivo, es en realidad un momento rico y decisivo para alcanzar niveles más altos en el camino del crecimiento personal y social.
El mismo concepto aplica obviamente al desarrollo de los pueblos, que no puede en absoluto ser alcanzado mediante intervenciones puntuales y carentes de coordinación, sino solamente a través de un proceso continuado de múltiples acciones, organizadas y coordinadas, que se repiten en el tiempo.
Parafrasando la idea de una forma más colorida y criolla, diríamos: ¡"Con paciencia y calma se subió el burro a la palma"!

Nessun commento:

Posta un commento