domenica 24 aprile 2011

Semana Santa 2011

Viernes Santo… Lejos de la ciudad y diría del mismo mundo frenético.
Aquí en Dominicana la gente aprovecha la Semana Santa para salir hacia el campo, donde en un pasado no muy lejano las familias se reunían en oración: era al mismo tiempo razón de reencuentro y participación en el recuerdo del sacrificio de Cristo, hasta la celebración de su resurrección.
Hoy quedan el encuentro y la celebración con la familia, las clásicas habichuelas con dulce y en algunos casos la vida religiosa. En muchos casos, Semana Santa es nada más que participación en el ritual vacacionista y gozadero que llena playas, resorts, ríos y colmadones.
Yo no estoy ni en uno ni en el otro. Me considero… quizá de manera entrometida… en familia: es que no veo grandes diferencias con mis hermanos dominicanos, sino el hecho de no haber nacido del mismo vientre. Por supuesto me hace mucha falta mi familia de sangre, y seguro ellos también me están añorando, sin embargo la lejanía es parte de la vida: tantos seres, algunos destinados a encontrarse y perdurar en la presencia recíproca, otros a darte la vida y a dejarte participar en el baile de la existencia lejos de ellos.
Por otro lado, hace vario tiempo que no vivo los rituales religiosos en los cuales tomaba parte en el pasado… y, cosa rara, no advierto el sentido de culpabilidad que caracterizó tanta parte de mi vida, tanto que me encontraba probablemente a hacer ciertas cosas sobre todo para alejar ese sentimiento, que de lo contrario no me iba a dejar vivir. Si hubiese escogido hacer otra cosa que no fuera ir a la iglesia, creo que nunca habría podido aprovechar ese tiempo con alegría.
Hoy me encuentro a vivir la Semana Santa de manera alternativa, básicamente lejos del ritual religioso… y no me siento culpable. ¿Es quizá expresión del verdadero pecado? La verdad, no se… probablemente estoy avanzando en un camino que me aleja de la salvación… Sin embargo, me pregunto: “¿Puede la salvación generar intranquilidad? Seguro implica sacrificio, pero creo que sacrificio es enfrentar lo que la vida te presenta, sin esconderse y sin buscar necesariamente culpables por lo que se está viviendo, más bien con la pasión de participar en el juego de la existencia con la alegría y el deseo constructivo de quien se siente agradecido por haber sido sacado del inconsciente, para ser parte de un proceso donde decidir, de manera consciente y libre, volver a mezclarse con el Ser unitario.
¿Cuál es el mensaje de Cristo?
Vivir plenamente, con la consciencia de ser nada en comparación con el universo y la Vida misma, y sin embargo importantes, pues nada de lo que genera la Vida es inútil.
Vivir cada día orientándose al progresivo desapego hacia las cosas materiales, no para dejar de vivir, sino para colocarlas en el lugar que les pertenece, tratándolas nada más y nada menos por lo que son, o sea herramientas para seguir participando en el juego de la vida, el cual se vuelve mucho más interesante y fructífero cuantas menos cosas se carguen en la mochila: mucho peso dificulta el paso e impide seguir de manera armónica el movimiento de los otros pequeños pedazos de consciente que se mueven contigo.
¿Cuál es la revolución del mensaje de Cristo?
Que la Vida es más sencilla de lo que pensamos, tan sencilla que sale de cualquier intento de catalogación y estructuración que puedan brindarle nuestros sofisticados sistemas de ideas y conductas. Si sólo entendiéramos la sencillez y al mismo tiempo la maravilla de participar en este juego, no habría espacio para la presunción, pues no tiene sentido ser presumidos por algo que te ha sido regalado, más bien el sentimiento que se despertaría sería el agradecimiento y con él la pasión de dar el máximo de uno mismo para vivir bien, relacionándose armónicamente con tantos otros pequeños seres.

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