Correr, bailar, vivir...
...acciones que conllevan movimiento y dinamismo y que, para no resultar desafinadas, deben convertirse en transiciones fluidas, donde la rigidez es abandonada para abrazar la flexibilidad y el acompañamiento delicado del ritmo de la vida.
Solo cuando se relajan cuerpo y espíritu, se logra escuchar la música de la existencia y abandonarse a ellas, saboreando la libertad de perderse en la unidad del Ser.
Entonces, aunque sea por un instante, se logra percibir la profundidad del misterio de la vida.
En ese momento adquiere sentido vivir, amar y morir, pues nos salimos de la soledad cósmica, reconciliándonos con el movimiento perpetuo y armonioso del universo.
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