La esencialidad, que nos conduce a hacernos conscientes de los pequeños que somos, redescubriéndonos puntos infinitésimos en la inmensidad del universo, siendo agradecidos por eso. Para correr es necesario reducir la carga. Quien corre aprende a despojarse de lo superfluo, que terminaría obstaculizando el movimiento. Se aprende a andar con lo mínimo, quedándose solo lo que es realmente indispensable para sostener el gesto atlético.
La persistencia, como elemento esencial para poder crecer y alcanzar metas, aceptando los sacrificios que el proceso conlleva.
Todo eso enseñan el maratón y el entrenamiento para poder correrlo.
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